sábado, 19 de julio de 2008

Yo estuve allí...

Éste, lo reconozco, es un artículo egoísta... pero, dónde voy a escribir artículos egoístas sino en mi propio blog, ¿no? De hecho, éste es sólo el primero de una serie que espero no completar nunca, sobre la suerte que he tenido de estar donde he estado, de haber visto lo que he visto, de coincidir en el tiempo y el lugar con los responsables mayores de la felicidad y la alegría de la humanidad, los auténticos superhéroes.

En esta ocasión, relataré lo que sucedió el 17/07/2008 en el lugar en que me he llevado la mayor parte de mis alegrías, el Estadio Santiago Bernabeu. Bruce Springsteen daba uno de los últimos conciertos de su, quizá también, última gira, junto a su inseparable E-Street Band.

Pero la historia de lo sucedido se remonta a 7 meses atrás: el 17 de diciembre del año pasado, por la noche, escucho en la radio que al día siguiente salen a la venta las entradas de este concierto. Quizá esa noticia hubiera pasado de largo por mi cerebro si no fuese porque llevaba toda la semana dándole vueltas a un regalo de despedida muy especial, a mi amiga Paula, fanática extrema del Boss.

Lo cierto es que, aunque Bruce Springsteen siempre me había gustado, no tenía ningún disco suyo, apenas recordaba 8 ó 10 de sus canciones de oirlas por la radio, de ver sus videos, cuando yo dedicaba mi tiempo a otras cosas más entretenidas que aporrear las teclas de un ordenador, allá por los primeros años 80. Me dije a mí mismo: sí, vamos a por ellas, compraré un par de entradas en la taquilla de internet!!!

La mañana entera me tiré intentándolo. Casi a la una de la tarde conseguí al fin entrar en la web y, desatado por la euforia de sentir que había tenido tanta suerte, saqué 4 entradas en lugar de 2, por si mi hermana, la de las películas sin anuncios a las 5 de la mañana, se animaba a venir con su chico.

El resumen de los siete meses posteriores me lo ahorro, digamos sólo que conseguí todos los discos de Springsteen, que recordé las letras de mis canciones favoritas y algunas más que ahora empiezan a serlo, que mi iPod rebosa rock en lugar de música clásica y fotos y, lo mejor, que las entradas se reasignaron convenientemente y no me sentí un "pringao" como de costumbre.

Y allí, el 17 de julio, aparecí en el Bernabeu con mi amiga Paula, con Raquel y Óscar. Noche calurosa, aunque no demasiado para lo que se acostumbra.

Nuestras entradas, para un partido de fútbol serían bastante buenas, aun bastante alejadas del césped, estaban muy centradas, perfectas para ver el campo de un vistazo y con la perspectiva acostumbrada de una cámara de televisión. Pero esto no era un partido de fútbol. El escenario cubría más o menos el área de penalti del fondo sur, lo que dejaba bastante poco ángulo de visión para nosotros. De hecho, las pantallas laterales del escenario se nos mostraban invisibles. La barandilla de una de las escaleras molestaba también enormemente. No me puedo creer que una entrada de tan baja visibilidad como ésta cueste 66€.

Media hora más tarde de lo esperado, en torno a las 10 de la noche, un señor, que resultó ser Javier Bardem, sale al escenario y dice algo por megafonía. Ni lo vemos ni lo oímos. Hay que cambiar de sitio con urgencia o nos lo vamos a perder.

Cuando suenan los primeros acordes de "Night", es obvio que no se escucha nada, salimos zumbando por los pasillos hacia un sitio mejor. Nos quedamos unos 40 metros más a la izquierda del escenario, en unas escaleras, espero que no nos echen. Se ve bastante bien (al menos, yo lo veo bastante bien) y no se oye del todo mal, aunque la reverberación propia de la megafonía de un sitio tan grande y cerrado como es el Bernabeu distorsionaba las voces y los bajos, tanto más si el sonido se emite a semejante volumen.

Y ahí me veo, a unos cien metros de distancia de este señor y su gente, dispuestos a darlo todo durante las proximas 3 horas, en una escalera que reduce mi movilidad, un pie arriba y otro abajo del mismo escalón, saltando con un solo pie y a cierta distancia de mis amigos que, de espaldas a mí (la historia de mi vida...), se emocionan con todos los detalles que son capaces de captar desde tan lejos.



Porque, dificultades propias y ajenas aparte, era claramente un momento de los que uno decide disfrutar a tope, y así lo hice. Dice la prensa que Bruce no aparenta sus 59 años, que está hecho un chaval, pero lo mejor es que transmite su vitalidad de tal forma que yo tampoco sentía mis trentaimuchos. Canté, grité, salté, subí, bajé y, sí amigos, lloré emocionado también. En el ambiente del Bernabeu debe haber algo especial que me produce estas extrañas reacciones, emoción hasta reventar.

No voy a hablar sobre la actuación, las exhibiciones físicas y artísticas del amigo Bruce y sus colegas, eso aparece en cualquier crónica de ayer. No, sólo voy a hablar de lo afortunado que me sentí de coincidir con este hombre, de estar ahí y poderlo ver actuar, de que si, a este paso por accidente, en algún momento tengo familia e hijos, les podré contar que vi en directo al Boss, que tocó casi todas sus canciones más conocidas, (sólo echamos de menos algunos temas importantes como "Born in the USA", "Streets of Philadelphia", "Hungry Heart", o "Thunder Road") y otras algo menos conocidas pero que están entre mis favoritas (la misma "Night", "Cover me" o "Because the night"). Y os cuento que canté, grité... sobre todo al final, con la versión XXXL de "Twist and shout". Y que ni oyendo sus discos, viendo sus videos, leyendo las crónicas y las fotos de sus actuaciones, se puede uno hacer una idea de lo que es.

De todos modos, por si lo queréis intentar, en YouTube hay montones de videos de sus conciertos, incluso algunos del concierto del 17 de julio, el día en que, ahora sí, cumplí mis primeros 20 años. Como muestra...

5 comentarios:

  1. No me das ninguna envidia, pedazo de %&#"&** y 30 caracteres ASCII más que no te pongo por educación.

    Esto me recuerda una promoción muy divertida que ofrece un concesionario de Seat de por aquí a sus clientes. Si haces una revisión al coche (valor estimado 200€), ganas una entrada para ver... ¡tachán! ¡a la Pantoja! Y si te compras un coche (entre 15 y 25 mil euros de media) ¡tachán! ¡dos entradas, señores, DOS!

    Imagino el impacto de la promoción en la decisión de compra:
    - Jo, Mari, no sé qué hacer, si comprar el Seat, el Opel o el Citroën. El Seat viene sin ESP de serie, el Opel viene con tapicería de cuero y el Citroën lleva faros de Xenón, pero este último tiene un maletero pequeño y el Opel no me gusta mucho, ¡qué dilema!
    - Pepe Luis, recuerda que si compras el Seat nos llevamos dos entradas para ver a la Pantoja
    - ¡Jopelines! Y yo aquí rompiéndome la cabeza como un tonto...

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  2. Pareciera no tener relación con esto, pero es una consecuencia directa: esta noche tengo una cena de desagravio... ya os contaré... o no.

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  3. ¿Vas a tener una cena de desagravio con la Pantoja?

    Dile a Julián que en su caso, y siendo verano, es preferible que lleve los polos POR FUERA del pantalón.

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  4. Curioso artículo sobre el mismo concierto y la cámara del iPhone:

    http://gizmodo.com/5028534/why-i-hate-the-iphone-camera-and-loved-the-best-rock-concert-ever

    Se me ve en una de las fotos... pero aún dispongo del cacharro de Blade Runner para ampliar y reenfocar el píxel que es mi cabeza para que me reconozcáis.

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  5. Aquí se puede descargar el audio del concierto:

    http://vagos.fm/showthread.php?t=17871

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