jueves, 30 de abril de 2009

La paradoja energética

Al hilo de las reflexiones que planteaba en mi anterior entrada, he leído recientemente un artículo de Jeff Jacoby en el que cuestiona con acierto uno de los dogmas ambientalistas más extendidos: la del uso de vehículos energéticamente más eficientes para reducir las emisiones nocivas al medio ambiente.

Al fin y al cabo tiene sentido. Si la mayor parte del petróleo se destina a producir combustible para medios de transporte, haciéndolos más eficientes se consumirá menos y se emitirá menos CO2 a la atmósfera. Chachi piruli.

La mayor parte de los políticos se han apuntado a la moda eficiente, desde Barack Obama hasta los alcaldes de Villarriba y Villabajo. El primero propugna allá donde le preguntan el uso de vehículos híbridos y los últimos – cámbiese Villarriba o Villabajo por el nombre de su pueblo- equipan a su policía local con eficientes y ultramodernos Toyota Prius (el coche, por cierto, de Penélope Cruz y de otros concienciados actores de Hollywood).

Pero en realidad, el efecto a largo plazo de los vehículos más eficientes, es justamente el contrario.

Las leyes de la Ciencia se cumplen inexorablemente, y hay una ley en Economía que establece que un producto que baje de precio, se consumirá más. Esto tiene bastante más sentido.

Un coche eficiente no hace que el precio del combustible baje, pero sí que el coste por kilómetro sea menor. Como dirían los psicólogos, también menor coste de respuesta. El efecto es en la práctica idéntico a que el combustible sea más barato.

Siguiendo el principio económico antes mencionado, un coche más eficiente hará que su propietario lo use más, haga más kilómetros al año y, por lo tanto, que expulse más CO2 al ambiente.

Gracias a los vehículos eficientes, no vemos descabellado ir en nuestro propio coche a trabajar (casi sale tan barato como ir en autobús), y para colmo consideramos razonable vivir a 50km. del trabajo, por no hablar de las escapaditas kilométricas de los fines de semana. Según un estudio norteamericano el kilometraje anual medio de un vehículo ha aumentado en 10.000Km. en 18 años. Considerando 200gr./km. suma un total de 2 toneladas extra de CO2 por coche y año. Gracias Prius.

El mismo fenómeno lo sufrimos nosotros mismos en casa. Las bombillas son eficientes, así que las dejas encendidas, qué más da. Por cierto, ¿no había una campaña para regalar bombillas de bajo consumo a todos los españoles? ¡Ay, Dios! ¿A que dejáis aparatos en stand-by? ¡si apenas consumen nada…! (un día dijeron en el Telediario que un televisor consumía un 30% menos estando apagado que en stand-by ¡¡jajajajaja!!). A lo que iba, mira tus facturas y sabrás a qué me refiero.

Solución: comprar bombillas de 100W y capón al que encienda una luz. Y mi próximo coche, un 745i antiguo, como el de mi amigo Jose… qué listo eres, Jose.

martes, 28 de abril de 2009

Buscando a Cars Story (Finding Toy Rayo McQueen)

Como habíamos quedado, yo hacía las crónicas de las pelis de niños.

Al igual que ocurre con las comedias románticas – chico busca chica, chico encuentra a chica, bla, bla, bla – las pelis infantiles también son esencialmente iguales, así que en lugar de hacer tres crónicas aburridas, haré un mix para aburriros sólo una vez.

Como es habitual en las pelis de niños, la cosa empieza con una tragedia. Los doscientos mil hermanos de Woody McNemo, pertenecientes a una marca genérica (alguna de General Motors probablemente) mueren antes de nacer, salvándose sólo Woody. Los primeros años son muy felices, que si va al cole subido en un pez, que si una carrerita por aquí, que si jugando a los vaqueros todo el rato… todo muy bonito, hasta que llega su nuevo mejor amigo, Mate Lightyear, con quien se llevará al principio un poco mal.

La envidia que siente Woody McNemo por el recién llegado, que acapara toda la atención, le lleva a provocar un accidente involuntario que hace que Mate Lightyear se pierda. Woody se siente en la obligación de ir a rescatarlo para recuperar la confianza de sus amigos, y así es como llega, circulando por la Ruta 66, al Pizza Planet de Radiador Springs, en las afueras de Sidney.

Allí, McNemo trata de explicarle a Mate el error que ha cometido, le pide perdón y le convence de la necesidad de volver a California antes de que se mude Andy. Mientras Mate se presenta a unos marcianos, Woody McNemo se enamora de un Porsche 911 femenino con el culo un poco gordo... Yy se sabe… motor trasero. Sally, que así se llama el Porsche, se pasa el día limpiando las paredes de la pecera mientras atiende un hotel al que no va nadie. Entre la falta de clientes y que el dentista ha instalado un aparato purificador de agua, Sally no tiene otra cosa que hacer que enseñarle a Woody (no, eso no se lo enseña, marranos), a enseñarle, decía, el verdadero valor de la amistad.

Hasta aquí el desarrollo de la historia es muy claro, se diría que trivial, pero la cosa se complica porque el corazón de Woody todavía no es generoso con sus amigos. Doc, un estilizado pez azul, ganador de la copa Pistón en nada menos que tres ocasiones, le ayudará a ser fuerte y a afianzar su amistad con Mate Lightyear.

Con esa fortaleza de espíritu, Woody McNemo afronta la prueba definitiva. Debe saltar de la pecera para poder llegar a California, ganar la copa Pistón y reencontrarse con su amigo Andy antes de que se mude junto a su familia. Pronto aparecen las dificultades. La horrible y malvada sobrina del dentista ha capturado a Mate Lightyear, y pretende explotarlo al alba.

Suena el despertador y la tensión aumenta, Mate Lightyear, deprimido y unido a un cohete que puede destrozarlo, empieza a confiar en sí mismo y en las palabras de Woody. Con la ayuda inestimable de un pelícano, y a pesar de la sucia carrera de uno de sus contrincantes, consigue superar las dificultades hasta que finalmente cae por el desagüe del lavabo.

La reacción de los juguetes es magnífica, Mate Lightear consigue por fin volar – el sueño de su corta vida de juguete - impulsado por el cohete y con la inestimable ayuda del helicóptero de Dinoco, consiguiendo evitar que los pescadores se los lleven a todos, para finalmente aterrizar sobre el coche de Andy.

Woody ha perdido la carrera de su vida, pero ha demostrado el-verdadero-valor-de-la-amistad, sobreponiendo el amor a sus amigos a sus intereses personales.

lunes, 27 de abril de 2009

Dies lunae

Dies Lunaeplagia (también conocido como síndrome Post Dominical)- Dícese de aquella enfermedad que sufre cualquier trabajador, currito, pica pica, empresario, vendedor o vaya usted a saber que mas...en cada retorno al trabajo en el primer día laborable de la semana (lunes- Dies lunae [lat]).

Esta enfermedad tiene los siguientes síntomas:

* Cansancio atroz
* Pereza mortecina
* Sueño inapelable
* Aburrimiento supino

Además, y lo que es mas grave conlleva los siguientes problemas:

* Apatía generalizada
* Bajo rendimiento laboral
* Bostezo incesante
* Inapetencia para ejecutar ninguna acción que requiera moverse del sitio en el que uno se encuentra
* Ralentización mental
* Síndrome pre-narcoléptico

Lo malo es que esta enfermedad es de difícil tratamiento y prevención, ya que, para tratarla debería encontrarse alguna actividad muy atractiva y entretenida que realizar en el trabajo (cosa poco probable) desde la primera hora (supongamos 9.00 a.m.) y por otro lado da igual que se pase un fin de semana de loca fiesta desenfrenada y sin inhibiciones como el fin de semana mas tranquilo y apacible que pueda pasar una persona...en la cama, sofá o sillón realizando entre cero y ninguna actividad cansada y entre 0 y 2 actividades pasivas (imagínese Jugar a la PSP o leer un libro, por ejemplo), ya que cuando usted llegue a su puesto de trabajo el lunes a primera hora, casi con un 99% de seguridad...si no mas...usted sufrirá como todas las semanas Dies Lunaeplagia.

Un saludo.

P.d :-"Hola, me llamo Diego y yo tengo el Síndrome Post Dominical".

miércoles, 8 de abril de 2009

El iPod shuffle...

El pasado mes de agosto me compré un iPod shuffle de 2 GB. La intención no era escuchar música mientras corría (eso es de melómanos cobardes), sino la de disponer de un cacharrín, con suficiente autonomía y capacidad como para disfrutar de mis canciones en las completas jornadas playeras que acostumbramos estos últimos veranos.
http://www.synthtopia.com/images/apple-ipod-shuffle.jpg
Cumplió su cometido, y con creces. Pero había quedado en el olvido -a diario utilizo mi querido iPod Touch- hasta que, de nuevo, lo traje a Benidorm esta Semana Santa con la misma misión en mente.

Hoy hizo un día de perros, de ésos que no quiere uno levantarse de la cama porque afuera del edredón ya hace frío, y los truenos avisan de la humedad que uno se va a encontrar al otro lado de la ventana. No, no fue un buen día para pasear por la playa... además, desde la cama escucho ruido de muebles. Mi madre está limpiando... jornada de pelis, se me antoja...

Pues bien, de pronto recuerdo que traje el iPod Touch con sus altavoces y le digo a mi madre si quiere escuchar algo de música mientras limpia. Tengo allí algunos discos de Alejandro Fernández, recién almacenados para el viaje en bus del domingo, y sé que le gusta un montón... pero veo que una persona como mi madre no será capaz de lidiar con un aparatejo como el Touch, y aún más, se molestará conmigo si intento enseñarle a usarlo... pero ¿y el Shuffle? Apenas cinco botones, de los cuales sólo es importante uno, el grandote del centro, donde uno va a dar instintivamente cuando tienes que callar la música. Sí, voy a hacer el experimento.

En un momento limpio el Shuffle y le subo los discos de rancheras (truculento, ciertamente, explicaré el "making of" en un comentario, si lo piden los más curiosos), se lo engancho a mi madre en el suéter y... hala!!! Doce horas seguidas se ha tirado escuchando música, la mujer!!! Que ni siesta se ha echado, oiga!!!

Por supuesto, se ha hecho enseguida con los controles de volumen, la pausa, el avance y el retroceso. Es que realmente no hace falta nada más. Y además alucinaba cuando le explicaba que la música de todos los vinilos y CDs que puede haber en casa (unos 500) cabe en el cacharrín ése tan diminuto...

¿Qué quiero mostrar con esto? Dos cosas importantes:
  • Las interfaces de manejo que a un usuario avanzado le pueden parecer ridículamente simples son perfectas para el común de los mortales. Con ello en mente, es obvio que Apple acierta una vez más.
  • La tecnología no debe ser ajena a la inmensa mayoría de la gente sólo por ser exageradamente complicada de configurar/utilizar.
Porque seguro que un purista echará en falta los controles de ecualización, de balance, o una pantalla en que leer el nombre de la canción o el intérprete, pero eso sólo alejaría el producto de su usuario objetivo (en mi caso, mi madre). Y con éste ya son dos artículos consecutivos criticando y elogiando lo mismo...

Pero lo mejor es oir a mi madre cantar con los cascos puestos... irreproducible entonación, inenarrable sensación... imposible saber qué canción escuchaba... qué bien me lo he pasado esta tarde!!! XD

jueves, 2 de abril de 2009

Manureva

Año 1979. Un niño guapísimo – yo mismo – escucha con atención una canción de moda en la radio. Está cantada en francés, y tiene un arreglo 'synth-pop' novedoso y atractivo. Se convierte en una de sus canciones favoritas pero nunca llega a saber el nombre del intérprete.

Acabó la temporada de gloria de la canción y no volví a escucharla hasta 2002, han pasado 23 años. Fue en París – no podría haber sido en otro lugar- y en la recepción de un hotel. Durante todos esos años la rememoraba a veces, reproduciendo mentalmente el pegadizo estribillo de la canción 'nanu badú re va... là-bas, là-bas...' y la melodía de sintetizador del estribillo, que recordaba perfectamente.

Quise entonces acercarme al mostrador del hotel y preguntarle al recepcionista 'Quelle chançon c'est ...mmmm... esteee... ça chançon?' pero no me creía capaz de hacerlo sin mostrar un mínimo de desesperación, 'dis-toi to me, inmediatement, s'il vous plaît, please', que unido a mi ya bastante abandonado francés, habría resultado un tanto ridículo.

'Bueno, ya la escucharé otra vez, debe ser una canción popular por aquí' – pensé -, 'y entonces llevaré preparada la pregunta y se la haré a quien corresponda con total naturalidad y en un correctísimo francés: «mon ami le monsier/la madamme, est-ce que tu sais quelle chançon c'est ça, eh?, pouvez-vous m'écrire ici le name de l'auteur, eh?, est-ce que si toi me dit to me la response en français et en parlant, je ne vais pas entendre rien de nothing, et nous allons faire un pan avec des tortes»'. No volví a escuchar la canción en todo el viaje, creo que afortunadamente.

El reciente redescubrimiento hace aflorar mis esperanzas de encontrar al autor. Me voy a Yahoo! (¿qué es Google?). Busco grupos synth-pop de los 70... quizá de los 80 (no puedo recordar la fecha ya que no tengo la capacidad de indexar acontecimientos de mi vida con partidos de fútbol). Los buscadores me remiten a páginas de grupos y canciones tecno-pop de la época, pero no la encuentro. Tiene que ser tecno a la fuerza.

Pruebo a buscar por las palabras que recuerdo de la letra. Recuerdo nítidamente 'la-bàs la-bàs', pero no hay suerte. El estribillo 'Manu manu re va', lo recuerdo sólo vagamente, y lo imagino como 'manu est va', que no tiene sentido, porque o es o se va. Pruebo con otras combinaciones. 'manure va', 'Anu est va' pero nada.

Año 2009. Capto una nueva emisora de radio y de repente la escucho: 'manu manu re va' ¡¡¡!!! Es una emisora especializada en música que va desde los años 60, insufrible, a los 80 (¡buf!, casi también). La vuelvo a escuchar en el coche, la cosa promete, parece un 'Kiss FM' y una de sus 200 canciones es la mía. En mi casa la escucho otra vez, tengo que quedarme con la letra de una estrofa para poder googlearla, porque no dicen ni los títulos ni nada, no hay locutores, sólo un iPod en reproducción aleatoria conectado a una emisora.

La primera vez no consigo quedarme con la letra por interferencias: 'papá, papá, ayúdame a dibujar una nave espaciaaaaal', '¡¡¡niño, vete a tu cuarto de una vez!!!!'. Ocasión perdida. Empiezo a desesperarme, busco la web de la emisora... no hay web, bueno sí, una página bastante lamentable con una dirección de correo-e. ¿Les envío un mensaje? ¿qué les pongo? 'Mire usted, he escuchado una canción tecno en francés que hace así como la la la la la laaaaa, y me gustaría que me dijeran el nombre del autor...'. Creo que voy a esperar un poco, por alguna razón intuyo que quien va a leer el correo, si es que llega a leerlo alguien, no va a saber la respuesta o me va a tomar por un loco.

En poco tiempo llega otra oportunidad. 'Où est-tu manu manu re va'. Por fin capto un par de frases. A Google con ellas y.... ¡cazada!

No era un grupo tecno, era un cantante de los de 'único éxito' llamado Alain Chamfort. El resto de su repertorio son canciones pop-rock bastante estándar, por eso nunca lo encontré cuando busqué entre grupos tecno, pero el tema me sigue gustando, aun con sus arreglos setenteros a tope, su percusión electrónica Simmons ultra vintage, y sus cálidas melodías de sintetizador analógico. 30 años no son nada,Manureva, ya te tengo.