domingo, 16 de junio de 2013

Televisión inteligente / interactiva…. pero de verdad!!

Vuelvo varios meses después por estos lares después de salir indignado de una conferencia sobre Televisión Interactiva, a la que acudí dentro de unas jornadas de divulgación tecnológica que organiza la empresa que me da de comer desde hace casi 15 años.

Y es que considero necesario compartir lo diferente que es mi visión de lo que se está “vendiendo” como Televisión Interactiva o Inteligente, que ya me parece curioso que se consideren ambos conceptos como equivalentes. Pero primero voy a intentar contaros lo que se nos ha explicado sobre el particular.

Televisión interactiva / inteligente según el mercado

El primero y más llamativo mensaje: es un nuevo canal de entrada a los hogares que está teniendo una penetración excelente en el mercado, pues se han adquirido ya más de millón y medio de aparatos de este tipo con Smart TV o Google TV. Destaca porque puedes instalar apps interesantes como las de tu banco, las de visualizar tu IRPF, Youtube, un navegador de internet y en ocasiones algunos juegos. Se considera también que una tele grandota enchufada a un media center, un Apple TV, Android stick,  reproductor de Blu-Ray o consola con conexión a la red entra dentro de este concepto.

Las referencias que se nos presentaron fueron bastante exitosas. Apps para bancos (banca interactiva), que te presentan tu saldo y operaciones que puedes hacer desde el sofá de tu salón. Apps que permitirían a los ancianos acudir virtualmente a sus consultas sanitarias periódicas sin abandonar la comodidad de su casa, gracias a una webcam. Apps que permiten votar (por ejemplo a una canción en un festival de tipo el de Eurovisión, a un contertulio en un debate, o una expulsión en un reality show).

Bien, excitante… bueno, la verdad es que no tanto. Me explico:

Todo eso no supone un nuevo canal de entrada a los hogares. El canal es el mismo de toda la vida: una antena nos trae docenas de emisiones unidireccionales, mientras que la conexión a internet nos permite obtener un “canal de retorno” que puede conseguir la deseada interacción. Pero es que eso no es nuevo. Se ha hecho desde hace años con canales de retorno tales como SMS o, incluso antes, con llamadas a números especiales que ofrecían servicios de tipo “SERmómetro” (¿años 80?).

Además, esas aplicaciones que os contaba no parecen realmente tan interesantes: ¿quién necesita ver su IRPF, su saldo o hacer operaciones bancarias desde la tele de su salón, probablemente con varias personas mirando? ¿Qué persona mayor tendrá preferencia por comprar una tele de éstas, contratar internet, instalarse una app, conseguir que su consultorio también haga uso de ella y aprender a usarla en lugar de pasarse como cada semana a saludar y preguntar por sus dolencias a otros en su misma situación crónica, a tratar en persona con su médico y conseguir las ansiadas recetas?… No lo veo, la verdad…

Y en cuanto a Youtube y el navegador de internet… me parece una incomodidad enorme acceder a ellos sin un teclado de ordenador y un ratón. Y claro, tener un ratón y un teclado en el salón es aún más incómodo (por pequeño y difícil de atinar con las teclas o por grande e incómodo de colocar). Y lo digo por experiencia: hace varios años tenía conectado un Mac Mini como media center a mi antiguo plasma cual monitor de 42” y sé lo que supone… Una televisión no es interactiva por ser el monitor grandote de un ordenador. Eso es un ordenador con un monitor grandote, nada más.

Por no hablar de la supuesta penetración de estos servicios en los hogares. Es que no hay más narices que comprar una tele de este tipo, ya no las hacen de otro, eso no supone que su comprador vaya a hacer uso de los servicios avanzados que te puede dar una tele moderna. A los que no estéis de acuerdo con lo que digo os preguntaría si tenéis una tele con 3D y cuántas veces lo habéis usado.

¿Qué considero yo entonces televisión interactiva e inteligente?

Pues no hay más que pensar en qué significan etimológicamente esos conceptos y darles una utilidad para la humanidad: un aparato que recibe las docenas de emisiones que entran por la TDT y es capaz de mostrarlos en una gran pantalla para varias personas a la vez (la caja tonta de toda la vida), pero que sabe de nuestras preferencias y permite resolver los problemas actuales derivados de la obsoleta interfaz de usuario que sufrimos a día de hoy o la búsqueda de los contenidos.

Una tele a la que no se le “habla” con un aparato alargado lleno de botones que llamamos desde hace más de 30 años “mando a distancia”. Un aparato en el que no hay que sintonizar los canales y ordenarlos después asignándoles un número. Al que no hay que pedir que muestre la guía de programación para decidir qué ver o a qué hora y en qué canal echan una peli. Al que no hay que enchufar cacharros varios, dependiendo de qué tipo de contenido queremos consumir (videojuego, DVD, serie bajada de internet, tarjeta de una cámara de fotos…).

La tele que yo ideo se maneja con algo parecido a un smartphone, al que le hablas directamente y obtienes respuesta a tus necesidades en situaciones como éstas:

- “Tele”, quiero ver el partido del Madrid de baloncesto
- Gerardo, el Madrid no juega hoy, ¿te pongo el partido de ayer?
- Vale, pero ponme el sonido de la radio, que los de la tele son muy catalanes
- Te pondré el sonido de Onda Madrid, que son más de tu gusto. El partido duró cerca de 2 horas, si quieres puedo recortar los momentos más intrascendentes y los anuncios.
- Vale, porque hoy no tengo mucho tiempo. Ah, y ¡avísame cuando sea el próximo partido, no quiero perdérmelo!
- Te pondré una alarma, descuida

¿Qué ha sucedido? El smartphone ha interpretado mi voz y ha buscado en la guía de programación cuándo juega el Madrid, en qué canal lo echan y a qué hora. Viendo que el partido fue ayer y que no lo vi, y usando también la voz, se ofrece a mostrarme una grabación que realizó durante la emisión en directo, al saber que no estaba viendo el partido (por estar viendo otro canal o con la tele apagada) y lo que me gusta este tipo de contenidos. Además, sabiendo que no me gusta el estilo de narración y prefiero otro tipo de comentarios, grabó de modo sincronizado el sonido de una cadena de radio que también entra por TDT. Durante la grabación, fue capaz de identificar los anuncios y los marcó para saltárselos si era mi preferencia, dado que conoce la duración de lo que ha grabado. Finalmente, hace otra búsqueda en la programación y activa una alarma en mi móvil.

Observad que en ningún momento he tenido que memorizar si el partido era en TVE, Teledeporte, o qué otro canal, o qué número tiene ese canal en el listado de canales de la tele.

- “Tele”, ponme Juego de Tronos
- Gerardo, ya has visto todos los episodios. Si quieres, te puedo recomendar otro tipo de serie que te puede gustar. Tienes una cuántas pendientes de ver!!! Además, tu madre va a querer ver “El Gato al agua”, que empieza en menos de una hora, o sea que no hay tiempo para otro tipo de contenido…

¿Qué ha sucedido? La tele sabe que no tengo contratado Canal+ sino que la serie la estoy descargando en mi ordenador. Sabe que he visto todos los episodios y se ofrece a mostrar otro tipo de contenidos parecidos, por temática, por duración o por cualquier otra característica, que haya descargado también de internet o que se estén emitiendo en esos momentos por cualquiera de los canales abiertos o contratados que tengo (Netflix, por ejemplo). Sabiendo que uno de los contenidos preferidos por otro de sus usuarios comienza en breve, no me da opciones de mayor duración.

- “Tele”, quiero matar unos marcianos, que vengo harto del trabajo!!
- ¿Qué tal una sesión de Call of Duty, Gerardo?
- No, no tengo tanto tiempo, mejor algo que sea más instantáneo…
- ¿Commando?
- Me lees la mente!! Adelante!!!

¿Qué ha pasado? La tele sabe que soy un gamer porque echo muchas horas con la PlayStation y me ofrece jugar un arcade “tope gama”. Como la Play está apagada, el juego estaría corriendo realmente en un sitio remoto, y estaríamos viendo la pantalla por streaming. A mi observación sobre la impetuosa necesidad de pegar tiros sin más esperas, se me ofrece un juego arcade de máquina recreativa de los de toda la vida, probablemente corriendo sobre MAME en el ordenador de la casa.

- “Tele”, quiero ver el partido de la NBA de esta noche
- Gerardo, el partido empieza a las 2.30 de la mañana y durará cerca de 3 horas. Recuerda que te lo puedo poner mañana…
- No, no importa lo quiero ver en directo
- Por supuesto, te pongo una alarma

Una vez más, la tele sabe que no tengo contratado Canal+, pero sí el SeasonPass de la NBA, que muestra los partidos por internet. Consulta el horario y me ofrece visualizarlo en otro momento. Finalmente, activa una alarma en el móvil.

- “Tele”, quiero ver “Love Actually” con mi novia
- Veo que está conectada a internet desde su hotel, en Roma. La llamo por Skype y espero a que me avises para empezar la emisión
[… unos minutos de charla después…]
- “Tele”, pon la peli!!
[la tele minimiza la imagen de mi novia y la pone en una esquina de mi pantalla, para que pueda verla reaccionar a cada escena, y hace lo mismo con mi imagen en su pantalla, mientras comienza la emisión sincronizada de la película para los dos]

Aquí se hace uso de una conexión desde internet al sistema y se le sirve contenido, tanto una videollamada como una película almacenada en el ordenador de la casa o contratada en alguno de los canales disponibles.


Vale, muy bonito todo pero ¿por qué a través de un smartphone?

La tele es uno de los pocos aparatos electrónicos de una casa que son de todos los usuarios de la casa. Sirve para que las madres vean Sálvame, los hijos pequeños sigan Bob Esponja, los adolescentes vean Sensación de vivir, las mujeres de la casa vean sus pelis románticas o su “Sexo en Nueva York” o sus maridos consuman deportes o pelis sangrientas. Si la tele tuviera que estar escuchando todo el rato lo que dice la gente, nos volveríamos locos. Creo que es mucho mejor que cada usuario se comunique a través de su smartphone y la “parrilla” de uso de la tele en la casa se establezca escuchando a cada usuario y planificando las emisiones. 

Además, siempre se podría incluir dentro de la caja de la tele un reproductor de tipo iPod Touch con la app de control por voz de la tele, por si el usuario en cuestión no tuviera un smartphone.


Pero todo esto suena a ciencia ficción!!!

Curiosamente, toda la tecnología que sería necesaria para conseguir una tele interactiva como la que yo sueño YA EXISTE. El móvil es accesible por comandos de voz y tiene capacidad para hacer búsquedas semánticas, recordar perfiles, y devolver respuestas en el contexto de una conversación. Todos conocemos los asistentes Siri o Google Now.

Las videollamadas se pueden gestionar por redes como Skype. Los ordenadores que guardan todos los contenidos no tienen siquiera que estar en nuestra casa, se podrían contratar ordenadores “en la nube”. Netflix o Hulu son capaces de conocer nuestros gustos (aunque hay que trabajar un poco más en el perfilado que hacen de sus usuarios), igual de bien que Amazon sabe las cosas que suelo buscar y comprar en su web.

Sólo hace falta un poco de ingenio para poner las piezas en su sitio, algo de pasta y mucho esfuerzo… ¿os animáis?

sábado, 8 de octubre de 2011

Fabricar bombas nucleares ya no da dinero

Hola, me llamo Juan. Soy de Torralba de la Roca, un bonito pueblo de la sierra. Yo, como muchos de mis paisanos, nos dedicamos a la fabricación de bombas nucleares. Hace un tiempo, en los 70, pero sobre todo en los 80, era un buen negocio. Había muchos clientes, se hacían muchos pedidos, y había trabajo para todo el mundo. Hoy día, apenas quedamos dos o tres que nos dedicamos a esto en Torralba, y básicamente lo que hacemos es desmantelar, porque lo que es la fabricación, la cosa está muy parada.

En los buenos tiempos, prácticamente todo el pueblo se dedicaba a ésto. Incluso mi primo José, que era cartero, se dedicaba en sus ratos libres a enriquecer uranio, porque con su horario de funcionario, y además siendo soltero, no tenía otra cosa que hacer. Mira que le dije que le uranio no tenía mucho futuro, que se fuera directamente al plutonio, que enriquecerlo era un coñazo muy grande. Pero él, erre que erre, no me hizo caso. A él le daba igual pasarse las tardes enteras con las centrifugadoras sacando uranio 238. Y al final, con la cosa de que era de la familia, era yo el que le tenía que comprar la producción, y eso que estaba loco por pasarme al plutonio, porque yo siempre he sido mucho de innovar ¿saben? Total, que al final me tocaba a mí convencer a los americanos y a los indios (los de la India, no los arapahoes) de que el género era bueno y avanzado y que explotaba bien. Menos mal que muy poco después ya todos nos pasamos a las termonucleares, donde ya el combustible del iniciador era lo de menos. Pero ¡vaya meses que me pasé dándole vueltas a la cabeza a ver qué hacía yo con todo el uranio! Porque claro, además, José, el señorito, como veía que la cosa le rentaba, se escaqueaba del tema de repartir cartas y venga a producir uranio enriquecido. Hubo un momento en que no sabía ni cómo darle salida.

Al final José, como otros muchos que no eran ni la mitad de espabilados que él, hizo dinero. Se hizo una casa muy buena, con piscina y todo, en el mismo centro de Torralba, y compró dos chalés adosados para alquilar, en el camino del cementerio, en la parte nueva. Yo le dije que meterse en alquileres era un quebradero de cabeza, pero como siempre, no me hizo caso.

De los de mi pueblo, y no es por presumir, yo era de los que mejor material hacía, y del más avanzado. Con la moda de las termonucleares, yo fui el primero que sacó una bomba de más de un megatón. Recuerdo que por aquellos entonces todavía vivía mi abuela, que en paz descanse, y en una comida familiar cuando se lo contaba a todos, me acerqué a ella y le dije:
- ¡Abuela!, que ya hemos pasado del megatón
- ¡Ay, hijo! Que Dios te bendiga
La pobre no entendía nada de lo que decía, pero se ponía contenta sólo de vernos a nosotros tan felices.

Nosotros hemos viajado mucho a América, pero por el negocio, que yo para descansar ya me quedo en mi casa. Hemos conocido a muchos presidentes de América, cuatro o cinco, lo normal, vamos. Que yo recuerde así de cabeza a Johnson, Nixon, Carter y Reagan. El mejor de todos, para mí - para los americanos ya no sé-, pero para mí, era Nixon. Era un tío simpático, con un trato muy campechano. Pedía mucho y pagaba regular. Teníamos que estar llamándolo cada dos por tres: "Mira Richard (tenía nombre de gitano, ¡ja ja!), que tenemos aquí una notilla pendiente, que a ver si la abonamos, que me da vergüenza tener que llamarte para ésto, pero es que luego se acumula y os va a costar más trabajo pagarlo todo". Y él me decía "que sí, ya mismo, hombre, es que estamos más liados que la pata de un romano, pero tú no te preocupes, que nosotros somos como los ayuntamientos, que siempre pagamos, aunque sea tarde".

Luego estaba Carter, que era un triste. No le gustaba nada el tema de las bombas y por eso los rusos lo chuleaban lo que querían. A mí me hizo algún feo en un viaje que no me quiso ni ver. Eso sí, cuando lo veía, con muy buenas palabras siempre, pero macho, es que no se decidía el hombre, y a mí me traía loco. Yo, con toda la producción parada, y él sin saber si comprar o no, que si los rusos, que si preguntar al congreso, que si el senado, y yo le decía "Pero Jimmy, nombre, ¿no eres tú el presidente? Pues dí tú ya lo que sea que seguro que a todos les parece bien".

Fijaos que yo, con todo lo paleto que soy, al final tuve que explicarle a Carter un par de cosas. Yo le decía, "mira Jimmy (este también gastaba un nombre que era una irrisión), que esto de la política internacional a ti te parece muy complicado pero es que no lo es, que con los rusos, que yo ya los tengo calados, la cosa es más sencilla de lo que parece ¿sabes?". Y me decía él "pero es que yo no poder comprar más misiles porque aumentar escalada armamentística y entonces prensa estadounidense acribillarme".

Yo le tuve que explicar que por la prensa no habría problema. Que había que hacer las cosas de tal forma que sólo los rusos supieran que se estaba aumentando el arsenal. Se me quedó mirando con cara de pánfilo y me dijo "¿pero cómo hacer eso, Juan?", y yo le dije, "coño, muy fácil, tú me haces un pedido en B, ¿sabes? y no se entera nadie, como mucho los rusos, pero eso no pasa nada, porque hasta interesa que lo sepan, para tenerlos acojonados". Entonces va el Carter y me dice "¿y qué ser pedido en B?".

¡Mira!, yo no sabía dónde meterme, el presidente de todo un América, ahí todo más serio que un ajo, el tío más importante del mundo, y no sabía lo que era pagar sin IVA.

- Mira Jimmy - le decía yo - eso es que tú me compras el material, y yo no te hago factura, y te ahorras el IVA y todo lo que tú quieras.
- ¿Pero tú poder hacer eso?
- ¡Hombre claro! Mira, tú me haces una compra de repuestos, así ni los pacifistas ni la prensa se enteran. En el barco, junto a cuatro repuestos, yo te echo 40 o 50 misiles de los gordos, tú y yo chitón, y no se entera nadie.
- Pero si tú no hacer factura de éso ¿yo tener garantía de fábrica también?
- Que sí, hombre. Mira, yo no debería decir ésto, pero con Nixon se ha vendido en B lo más grande, y nunca ha habido problemas ¿Tú te has enterado de todo lo que yo le he vendido? ¿A que no? Pues eso. Tú no te preocupes por la garantía que vosotros sois mi mejor cliente. Si yo os dejo tirados, ¿qué hago yo? ¿Me voy a la India? Les vendí una bomba a ellos hace ya ni se sabe, y todavía están con la bomba parada que no saben ni qué hacer con ella. Yo venga a decirles que con una una bomba no se hace nada, que si empieza una guerra en cuanto te quieres enterar te quedas en pelotas, pero rápidamente. Pero que no hubo manera, los indios son muy difíciles de tratar. Que tú no te preocupes, Jimmy, con toda confianza. Yo te vendo sin IVA todo lo que tú quieras.

Al final se enrolló, pero mira que me costó trabajo convencerlo. Tuve que dar más viajes que el baúl de la Piquer, con lo poco que me gusta a mi viajar.

Luego estaba Reagan, que era un cachondo, un poco estirado y algo malafollá, eso sí. Pero le tenía una ojeriza a los rusos que no era normal, y eso había que aprovecharlo. Yo creo que ese ha sido el momento donde hemos estado mejor de trabajo en Torralba, porque hacían pedidos como si no hubiera mañana. El fax, es que ardía. Un día tuve que ponerle papel del culo en el alimentador porque se me acabó el papel normal en mitad de un pedido. Por si no lo sabías, dos rollos de la marca Scottex, hacen el ancho de un A4, pero tienen que ser Scottex, el de Mercadona, por ejemplo, no vale. Total, que yo mismo y mi cuñado sujetando los rollos por un lado y mi sobrino Alberto pegándolos por el centro con fixo, joer lo que nos reímos aquel día.

En Torralba, todos los que nos dedicábamos a ésto nos llevábamos más o menos bien. Había mucha industria auxiliar, y a mí me gustaba mucho tirar de la industria auxiliar, yo no era de los que lo querían acaparar todo. Por ejemplo, los de Manufacturas Hermanos Martínez, unos de la competencia, eran de los que lo querían hacer todo: el enriquecimiento del uranio, el montaje, el diseño de los proyectiles, vamos, lo que viene siendo todo el proceso.

A mí, sin embargo, me gustaba concentrarme en lo mío, que era la construcción de la bomba en sí. Yo ya compraba el material ya preparado a otros, y el tema de meterlo en el misil también se lo dejaba a otro del pueblo. La verdad es que lo de los misiles a mí nunca me ha llamado mucho la atención. Reconozco que es mejor, sin dudarlo, porque ya en estos tiempos lanzar, como se hacía antiguamente, una bomba atómica, desde un avión para luego tener que salir pitando para que no te pillara la onda expansiva, era un compromiso. Con el misil no hay problemas, tú lo programas, para Moscú, para Vladivostok, para donde haga falta, le das a un botón, y a volar.

Pero a mí, como ya he dicho, es que no me gustan los misiles, ni acercarme. Es que me da mucho respeto. Porque trabajar en un lugar con tanta gasolina, con pruebas de empuje, todo lleno de humo y de fuego, para ser sincero a mí me da un poco de miedo, que con el menor descuido sales achicharrado.

En fin, que eso eran los buenos tiempos. Ahora ya producir, producimos muy poco, ahora casi todo es desmantelar. Que si nos lo piden pues tendremos que hacerlo, porque tampoco podemos tener a la gente parada, pero que tiene su cosa, que tú has cobrado un dinero por fabricar una bomba, y después el mismo cliente quiere que se la desmontes, que si lo piensas fríamente, es que es el mundo al revés. Es como si vendes un coche y al cabo del tiempo vuelve el cliente, con el coche totalmente nuevo, y te dice que lo desguaces, y encima te paga por ello. Claro, con el dinero público la gente no se da cuenta de todo lo que se despilfarra.

Porque vamos a ver, ¿ya no quieres las bombas atómicas? Coño, pues guárdalas, que es que además ya tienes el sitio, y déjalas ahí que no caducan, y nunca se sabe cuándo te van a hacer falta. Pero ahora que están todos muy bien y son muy amigos, pues venga, a desmantelar, pero mañana viene otro medio chalado, y seguro que me están llamando a las tres de la mañana para que vuelva a montarlas, ¡venga hombre!

A mí me explicaron, porque a veces me siento como mi abuela, que uno ya no entiende nada, que es que no vale con tenerlas paradas, ni desactivadas. Que había que destruirlas completamente, porque luego hacen inspecciones de calidad, que si la ISO9000 y no sé qué narices, y que si observadores internacionales y que todo el mundo mete la nariz en los asuntos del gobierno. Yo, lo que es yo, no lo permitiría si fuera presidente. Hombre, que venga un tío de fuera, que no conoces de nada, a ver tus silos y a toquetear tus misiles ¡por favor! Si yo les decía a los militares "mira, les quito cuatro cables de dentro, y parece que el misil está muerto, cuando lo enchufan, eso ni anda ni ná, y si quieren ver bombas desmanteladas, yo te vendo, qué narices, te regalo un par de contenedores que tengo ahí de piezas sueltas y tú se las enseñas, y que te digan algo". Pero que no, que querían hacerlo todo bien. Y yo les decía, "tú verás, pero cuando empiecen a salir los misiles sin IVA, se va a montar una buena" y me dijeron "pues eso, que ya aprovechamos y nos quitamos ese marrón de encima, porque reconoce, Juan, que eso es un marrón". La verdad es que tenían razón, las cosas como son. Pero bueno, todo esto al final, es política.

martes, 28 de junio de 2011

Lo importante es aprender

En mi corta pero dilatada vida como trabajador me he dado cuenta que lo mas importante es aprender allá donde vayas, y que de todos los jefes se aprende, si si, de todos, de los buenos, de los mediocres y de los malos.
¿De los malos? Pues si, de los malos... de hecho, de los que menos se puede aprender es de los jefes mediocres pero tanto de los buenos como de los malos se puede aprender un montón de cosas.

De un jefe mediocre se puede aprender poco, pero siempre algo... a como ser o no ser mediocre, a elección de cada uno o a como trabajar para ir sacando las castañas del fuego, aunque creo que en este caso lo mejor que puedes hacer es intentar no sacar mucho heredado de esta relación.

De un buen jefe se pueden aprender muchas muchas cosas. Como trabajar, como motivar e incentivar, como ayudar, como hacer las cosas bien, como gestionar los tiempos y a las personas, como actuar delante de otros jefes, como liderar,etc. Es una experiencia enriquecedora incluso atractiva para cualquier persona con un mínimo interés por su carrera profesional para tratar de crecer de la mejor manera posible.

Por último, de un mal jefe se pueden aprender tantas cosas o mas que de uno bueno, lo único importante es el enfoque. Puedes aprender a como hacer o no las cosas, como se debe o no se debe trabajar, como motivar o no motivar a las personas, como liderar bien o mal un equipo, como actuar delante de los otros jefes, como gestionar bien o mal tiempo y personas, etc... todo dependerá del tipo de jefe que quieras llegar a ser en un futuro próximo.

Lo importante en un trabajo es trabajar, y trabajar bien y aprender a como hacerlo para posibles futuros trabajos... así que depende de cada uno con que quedarse y que utilizar en cada momento.

martes, 10 de mayo de 2011

Soy de una secta

Eres inferior a mí, lo sé. Porque no perteneces a mi secta.

En mi secta, todos estamos más sanos que tú.
En mi secta, todos nos sentimos mejor que tú.
En mi secta, nos reunimos en nuestros locales, dejando la mitad de un sueldo mínimo mensual, a realizar nuestro culto, todos los días, varias horas al día.
En mi secta, pagamos a un líder que nos instruya y haga seguimiento de nuestra evolución.
En mi secta, damos lo mejor de nuestra vida, de nuestra juventud, de nuestro esfuerzo por nuestro culto.
En mi secta, conocemos gente con el mismo culto y nos cruzamos con ellos para conseguir más adeptos.
En mi secta, el consumo de sustancias complementarias a las comidas está permitido y es, incluso, recomendable para nuestro culto.
Hemos conseguido que el pensamiento de mi secta sea considerado el pensamiento normal gracias al apoyo de los medios y de los ídolos de la juventud. Cualquier otro culto es absurdo y debe ser eliminado.
Tus enfermedades se deben a que no estás en mi secta: te las mereces.
Tus problemas son consecuencia de que no perteneces a mi secta: te los mereces.

Porque yo estoy apuntado en un gimnasio y tú no, piltrafilla...
Porque yo hago una dieta sana y tú no, piltrafilla...

Fdo. El que se sienta insultado

Gimnasios, dietas y otras engañifas mentales...

Este artículo es una reflexión rigurosa sobre algo que no entiendo y que atrapa a todo el mundo. El objetivo no es convencer a nadie, ni enseñar sus vergüenzas en público, no hablo de nadie en particular, hablo de todos. Y no, no critico ninguna opción, cada quién es dueño de sus decisiones.

No voy a un gimnasio. No he ido nunca. Ni iré por mi propio pie jamás. Si hay gente que no pisa iglesias y es respetada (es su ideología, su culto), es más, si hay gente que condena a los que pisan iglesias, cómo no voy a poder yo no pisar un gimnasio. No hago ninguna dieta. No la he hecho nunca y, salvo prescripción médica, no la haré. Soy, efectivamente, un ateo del cuerpo.

Es más, creo que el culto al cuerpo es el nuevo opio del pueblo. Es más importante mostrar bíceps o culos respingones que conocimientos o sensibilidad, la imagen es la única variable que da el éxito en cualquier campo de esta vida. Los jóvenes no quieren estar con personas inteligentes, interesantes o con buena conversación, prefieren estar con cualquiera que supere su propia cercanía a un canon de belleza establecido en los Holiday Gym, O2 o Holmes Places de turno... Cualquiera. Y después de ese cualquiera viene otro cualquiera.

Las falacias que se suelen usar por parte de los convencidos de esta religión son de todos conocidas:
  • Es deporte y el deporte es salud / hay que comer de todo para estar sano
  • Gracias a mi dieta / mi entrenamiento me encuentro mejor
  • Está científicamente demostrado que...
  • Es necesario para mí, no puedo permitirme renunciar a mi gimnasio / mi dietista
Y claro, el argumento que puede con todos, el anillo del poder:
  • Tú no lo entiendes porque no lo practicas.
Pues no, no lo practico. Pero...
  • Mi salud es la que es por las enfermedades que padezco desde niño, me encuentro perfectamente bien cuando no las sufro. Por cierto, para mí, eso que se hace en los gimnasios NO es deporte: lo es la natación, el atletismo, la halterofilia, el ciclismo, pero esas simulaciones absurdas... Uy, espera, que a lo mejor echar unas partidas en el Wii Sports es un deporte!!! O jugar con las palas en la playa!!! O lanzar el frisbee!!!
  • Está científicamente demostrado que sin pisar un gimnasio ni hacer dieta se vive más (buscadlo, buscadlo, nadie ha muerto por no haber ido nunca a un gimnasio, está científicamente demostrado)
  • Por supuesto, se puede vivir sin hacer dieta ni ir a un gimnasio... y vivir muy pero que muy requetebién, doy fe.
Y claro... si tú no lo entiendes es porque ya estás pagando por tus pilates o tu hipocalórica.

jueves, 10 de febrero de 2011

Pues yo también quiero una moza medieval

Después de ver la moza que se ha agenciado Píter, he resuelto que yo quiero otra. Sí, es envidia ¿pasa algo? Tengo una máquina del tiempo, soy en consecuencia rico, y tengo por costumbre concederme los caprichos que se me antojan. Naturalmente, y dada mi posición, podría permitirme cualquier buenorra actual sin escrúpulos que quisiera. Al parecer, según se puede ver en Telecinco, hay mucho donde elegir.

Pero la quiero medieval, las de ahora no me valen. Verán, soy un hombre casado y una chica actual sería un problema. Aparte de ponerle el piso tendría que pasar tiempo con ella, podría llamarme, enviarme mensajes, y exhibirse borracha en cualquier sarao contando cosas que no debe.

Una chica medieval, en cambio, debe ser de otra forma. Una mujer de su casa, que espere meses y meses (me voy a la guerra, cariño, volveré Dios sabe cuándo), y me que trate como a un rey, porque ya me preocuparé yo de decirle que soy rey de algo, o conde, qué más da.

No se hable más, voy a coger mi súper todoterreno con condensador de fluzo (paso del DeLorean roñoso) y me piro al siglo XIV.

A ver, las cosas no son tan fáciles, señores. Estamos hablando de hace un ... ejem... porrón de años. Las personas en esa época no se parecen en nada a las de ahora. Aparte de que no saben qué es un móvil, hay otras diferencias importantes.

Esta gente no ha visto un médico en su vida. Han pasado enfermedades, desnutrición y la palabra higiene, en su sentido más amplio, carece de todo sentido. La estatura media es de 1,50 para las mujeres así que encontrar una Gwyneth Paltrow, aunque sea andrajosa, es bastante difícil. Pero tengo un todoterreno y un montón de tiempo.

Con el Range Rover da gusto ir por esos caminos asquerosos. En el maletero llevo un montón de latas de conserva: mejillones, atún, espárragos... 400 kg., suficientes para cambiarlos por la moza que me dé la gana. También llevo un arma secreta: un traje ultrabrillante que me dará el necesario empaque para hacerme pasar por el Rey de un país estraño. El traje es en realidad un chándal de los años 80. Para que nos entendamos, el típico chándal de yonqui, de una combinación de colores blancos, verdes y morados para ser exacto.

Después de visitar aldeas durante una semana he encontrado a la moza perfecta. Tiene de todo, no le falta de nada y bajo los estándares del siglo XXI es más que potable. De entre las latas saco una bolsa de aseo extragigante y le explico unas cuantas cosas. Vive al lado de un río (condición sine quanon), que dejó hecho una porquería cuando terminamos el procedimiento de limpieza. Se puso la ropa que le llevé, incluso la interior a pesar de sus recelos. Sí, se sentía incómoda con todo eso tan pegado a su cuerpo. Cuando se acostumbró a la ropa le expliqué que mañana debía ponerse otra. El mundo al revés, pensó ella.

Pues nada hija, sube al coche que lo vas a flipar. Le di una vuelta por el pueblo para que presumiera y acto seguido nos fuimos a hoy mismo. Por supuesto que no le enseñé a usar el teléfono. Imagínate que la joía llama a mi casa, donde está mi mujer... ni hablar. Ninguna falta le hace el teléfono.

Lo primero, obviamente, fue llevarla a una esteticien que le quitara todos los pelos que le sobraban, que eran muchos y estaban por todas partes. Después a la pelu y acto seguido al Corte Inglés. Como su ideal de belleza lo representaba mi chándal de yonqui, decidí que yo elegiría la ropa.

Y sin solución de continuidad, nos fuimos a dar una vuelta por ahí, por el centro, con la marabunta. Que espabile rápido, pensé.

Casi se muere, claro.

Decidí que la muchacha daba bastante trabajo y que ponerla al día de las cosas que son aceptables y no, como hacer sus necesidades en la vía pública, iba a llevarme más tiempo del que había planeado. Yo quería una buenorra para presumir y eso, no para que me diera preocupaciones. Resolvimos que la llevaría a su casa, a su tiempo, pero quiere llevarse una cosa de esas que canta (creo que se refiere al Ipod), ropa, zapatos y comida.

- ¿Quieres también una lavadora? Puedo ponerte un generador y un depósito gigante de gasolina para que tengas electrici... para que funcione.
- No, no hace falta, mi señor.
- ¿Y luz eléc... mágica, para que pueda iluminarte por la noche? Con 4 o 5 placas solares vas que chutas.
- ¡Oh, sí! Para admirar mis zapatos por la noche.
- Ainsss

martes, 8 de febrero de 2011

Sustituto de Kubica

Inmediatemente después de enterarme de lo de Kubica, he hecho lo lógico en estos casos, ir al INEM y al Servicio Andaluz de Empleo a preguntar por el tema y pedir la vacante.
- No hijo, aquí no llevamos eso.
- ¿Y dónde podría informarme?
- Ni idea, yo qué sé, pregunta en Renault

Llamo a Renault España, y me atiende una chica muy simpática. Le pregunto por el tema y lo mismo, ni idea. Me sugiere que pregunte en Renault Francia, porque allí llevan los temas del deporte.

Desempolvo mis libros de francés, en particular "En Effeuillant la Marguerite", para practicar un poco, es importante causar buena impresión. Me doy cuenta que los libros de idiomas de bachillerato no sirven para nada. Puedes preguntar si va a llover, cómo se coge el autobús, y cosas así. Muy útil para irse con los colegas a perder el tiempo por Europa, pero totalmente inútiles para buscar empleo, que debería ser el centro de toda enseñanza. Así, los libros de francés deberían explicar cómo solicitar empleo, las convenciones sociales que conviene tener en cuenta en estas situaciones, dónde hacerlo, y el transporte que debes utilizar para acceder a los centros de empleo más importantes.

Total, que me armo de valor, y después de repasar el "comment allez vous" llamo a Renault Francia. Otra muchacha muy simpática me atiende pero ni flowers (ni fleurs, perdón). Que allí tampoco llevan eso, que tengo que llamar a Inglaterra.

Me fastidia tanta vuelta, pero me alegra el tema de inglaterra porque el inglés sí que lo tengo dominado. Miro en Google el teléfono del equipo y allá voy. Después de algunas idas y venidas hablo con el tío que lleva lo de los pilotos. Le cuento que me he enterado, de casualidad, de lo de Kubica, que es una pena y tal, pero que aquí estoy yo para lo que haga falta, que me hace mucha ilusión el puesto y que como más o menos medimos lo mismo, que hasta se ahorrarían el tema del mono, porque lo podría utilizar yo.

El tío no está muy convencido, se nota que es un profesional de los recurso humanos, un tío duro, pero yo sigo insistiendo. Que tengo el carnet B1, 20 años sin incidentes de importancia, que me gusta pisarle (no menciono que nunca me han multado por exceso de velocidad, porque no sé si será bueno o malo), en fin, que me describo como un tío prepardo.

Le cuento lo del master en marketing, que controlo un montón de Microsoft Office (sé hacer macros en excel, se me dan muy bien) y el Power Point lo domino totalmente. Esto no parece interesarle mucho, la verdad es que me da rabia tener que explicarle lo importante que es tener una formación transversal en condiciones, pero está reacio.

Empieza a insistir mucho con lo de la experiencia en competición, y, la verdad, ahí me ha pillado un poco. Le digo que no tengo, pero que aprendo rápido. Que he visto muchas carreras y que más o menos sé cómo funcionan. Que sale bandera amarilla, hay que ir más despacio, que sale roja, creo que también. Total, que si sale una bandera, voy con cuidado siempre, para no confundirme, y si es a cuadros, que se acabó y a casa. Como veo que el tema se me está yendo un poco, insisto en mi disponibilidad, que si es por horas, que no hay problemas, que yo echo las que hagan falta, que puedo echar una mano en el taller, cambiar ruedas y cosas así.

Entonces va el tío y me dice que claro, que las próximas pruebas son el próximo domingo y le digo que bueno, que un domingo no hay problema, pero que si son muchos habría que verlo. Me dice que sí, que las carreras son todas en domingo. La verdad es que el domingo me parte, porque estoy en la peña del fútbol y ya tengo pagados un par de meses por adelantado y bastante pelea tengo ya con mi mujer por irme los domingos como para encima correr en la fórmula 1. Le digo si las carreras pillan mucho tiempo y me dice que sí, que todo el día. La verdad no lo entiendo. Si hay técnicos y mecánicos y un montón de gente, que me dejen el coche preparado, yo voy media hora antes, veo el circuito - curva a la derecha aquí, a la izquierda allá, así más o menos - y el resto que me lo vayan explicando por la radio, que paso del carrusel deportivo, y que me cuenten lo que tengan que decirme.

El tío me dice que no, que si la experiencia, que si más experiencia, y que ya tienen visto a un tío. Hombre, interés, lo que se dice interés, yo he mostrado bastante, no sé el otro, que yo creo que ni habrá llamado, pero bueno, le he dejado mi teléfono por si acaso el otro les falla.

Si sale el tema prometo gorras del equipo para todos. A precios de amigo, claro.