martes, 3 de febrero de 2009

Bienvenido a Prosolandia

Son las 7:00 horas. Me despierto y voy al baño. En el espejo leo la leyenda grabada en el vidrio "Conócete a ti mismo" tan típica de nuestra tierra (hay variantes como "Encantado de Conocerte", "Sí, eres tú" o "Lo siento, eres así. Te jodes").

Me visto y me coloco cuidadosamente la placa identificativa. Es obligatorio llevarla siempre en lugares públicos, con la probable excepción de las duchas de una piscina o un gimnasio -por cuestiones de fijación obvias-, aunque la avanzada tecnología de los piercing ha resuelto últimamente este tema, legalmente no es obligatorio.

La plaquita tiene mi foto y una combinación de números, letras y símbolos. La mía es: 1-BS-12-Ω▲. Tiene radiofrecuencia, lo que es útil para los padres que van a recoger a sus hijos al cole. Con el receptor adecuado pueden localizar a los niños sin necesidad de leer las 200 placas de cada uno de los alumnos de cada curso.

La placa se hizo obligatoria hacia 1960, cuando un ujier del Parlamento encerró al Presidente en un armario y lo suplantó durante un par de días. Aparte de redactar y firmar un par de leyes de su invención se hizo pasar por presidente ante la señora presidenta consorte, haciendo uso de los derechos matrimoniales habituales. Bueno, el caso es que desde entonces es legal destilar güisqui en casa.

Vivir en un país así también tiene sus ventajas. No hay videoporteros, ni videollamadas y producir una película resulta bastante barato, ya que no hay estrellas del cine. Hay actores buenos y malos. Punto. Y si en una serie alguno se pone chulo y pide un aumento de sueldo, lo cambian por otro rápidamente y en paz.

También es rarísima la infidelidad conyugal ¿para qué engañar a tu pareja si cada vez que vuelves a casa hay alguien diferente? Lo único malo es el momento del reencuentro, que se repite cada día:

- Mari Trini, ¡ya estoy en casaaa!
- ¿José Fernando?, ¿eres tú? estoy en la cocina
(Contacto visual. Pausa incómoda. Nos revisamos visualmente. No está mal la chica ésta)
- ¿Mari? Este.... ¿Qué haces?
- Ya ves, comiendo, he tenido un día horrible en el trabajo y al llegar a casa me he zampado tres donuts. Jose Fernando, dime la verdad ¿me ves más gorda?
- ¡! Bueno, ya sabes, te veo... igual que siempre
- Estoy hecha una vaca. Me acabo de pesar y he engordado 200 gramos desde ayer
- ¿Te has pesado antes o después de lo de los donuts?

Como siempre, es nuestra primera noche juntos, así que para celebrarlo, y como estamos algo cortados, decidimos llamar a unos amigos y salir a tomar algo.

Hemos quedado en la mesa 5 del bar de siempre. Llevaremos el receptor de radiofrecuencia por si la mesa está ocupada cuando lleguemos y tenemos que sentarnos en otra. Así nos podremos localizar.

Mi mujer se ha pedido una Voll-Damm doble malta y yo un Dyc con cola. Creo que me ponen garrafón, pero no estoy seguro porque mi superpoder sólo me permite detectar garrafón de más de 12 años.

El receptor de radiofrecuencia se ilumina y señala a la puerta. Ha entrado 1-BQ-86-∑∑, o sea, Juan Jesús, que viene acompañado de una tiorra alta y oxigenada, imaginamos que Vanessa, su mujer. Vanessa tiene un superpoder muy peculiar, yo lo llamo Principio de Indeterminación Prosopagnósico. Consiste en que, a diferencia de todos nosotros, es capaz de reconocer el rostro de una persona, pero a costa de olvidar su nombre. Su frase típica es:

- ¡Anda! ¡Eres tú!

Me tomo mi copa de presunto garrafón mientras fantaseo situaciones íntimas con Vanessa hasta que su risa tonta rompe el encanto. Miro a la barra y observo a una chica interesante... ¡me ha mirado! Viene hacia aquí... no está mal la chica, no... pero ¿qué hace? ¿se va a sentar aquí?

- Oigausted señorita...
- ¿Te pasa algo Josefernando?
- Ehhh... no nada, Maritrini
- Estás tonto

Juan Jesús me adelanta que la DGT va a imponer el tuneo de automóviles obligatorio. Estupendo, a ver qué hago con la Vespa.