sábado, 8 de octubre de 2011

Fabricar bombas nucleares ya no da dinero

Hola, me llamo Juan. Soy de Torralba de la Roca, un bonito pueblo de la sierra. Yo, como muchos de mis paisanos, nos dedicamos a la fabricación de bombas nucleares. Hace un tiempo, en los 70, pero sobre todo en los 80, era un buen negocio. Había muchos clientes, se hacían muchos pedidos, y había trabajo para todo el mundo. Hoy día, apenas quedamos dos o tres que nos dedicamos a esto en Torralba, y básicamente lo que hacemos es desmantelar, porque lo que es la fabricación, la cosa está muy parada.

En los buenos tiempos, prácticamente todo el pueblo se dedicaba a ésto. Incluso mi primo José, que era cartero, se dedicaba en sus ratos libres a enriquecer uranio, porque con su horario de funcionario, y además siendo soltero, no tenía otra cosa que hacer. Mira que le dije que le uranio no tenía mucho futuro, que se fuera directamente al plutonio, que enriquecerlo era un coñazo muy grande. Pero él, erre que erre, no me hizo caso. A él le daba igual pasarse las tardes enteras con las centrifugadoras sacando uranio 238. Y al final, con la cosa de que era de la familia, era yo el que le tenía que comprar la producción, y eso que estaba loco por pasarme al plutonio, porque yo siempre he sido mucho de innovar ¿saben? Total, que al final me tocaba a mí convencer a los americanos y a los indios (los de la India, no los arapahoes) de que el género era bueno y avanzado y que explotaba bien. Menos mal que muy poco después ya todos nos pasamos a las termonucleares, donde ya el combustible del iniciador era lo de menos. Pero ¡vaya meses que me pasé dándole vueltas a la cabeza a ver qué hacía yo con todo el uranio! Porque claro, además, José, el señorito, como veía que la cosa le rentaba, se escaqueaba del tema de repartir cartas y venga a producir uranio enriquecido. Hubo un momento en que no sabía ni cómo darle salida.

Al final José, como otros muchos que no eran ni la mitad de espabilados que él, hizo dinero. Se hizo una casa muy buena, con piscina y todo, en el mismo centro de Torralba, y compró dos chalés adosados para alquilar, en el camino del cementerio, en la parte nueva. Yo le dije que meterse en alquileres era un quebradero de cabeza, pero como siempre, no me hizo caso.

De los de mi pueblo, y no es por presumir, yo era de los que mejor material hacía, y del más avanzado. Con la moda de las termonucleares, yo fui el primero que sacó una bomba de más de un megatón. Recuerdo que por aquellos entonces todavía vivía mi abuela, que en paz descanse, y en una comida familiar cuando se lo contaba a todos, me acerqué a ella y le dije:
- ¡Abuela!, que ya hemos pasado del megatón
- ¡Ay, hijo! Que Dios te bendiga
La pobre no entendía nada de lo que decía, pero se ponía contenta sólo de vernos a nosotros tan felices.

Nosotros hemos viajado mucho a América, pero por el negocio, que yo para descansar ya me quedo en mi casa. Hemos conocido a muchos presidentes de América, cuatro o cinco, lo normal, vamos. Que yo recuerde así de cabeza a Johnson, Nixon, Carter y Reagan. El mejor de todos, para mí - para los americanos ya no sé-, pero para mí, era Nixon. Era un tío simpático, con un trato muy campechano. Pedía mucho y pagaba regular. Teníamos que estar llamándolo cada dos por tres: "Mira Richard (tenía nombre de gitano, ¡ja ja!), que tenemos aquí una notilla pendiente, que a ver si la abonamos, que me da vergüenza tener que llamarte para ésto, pero es que luego se acumula y os va a costar más trabajo pagarlo todo". Y él me decía "que sí, ya mismo, hombre, es que estamos más liados que la pata de un romano, pero tú no te preocupes, que nosotros somos como los ayuntamientos, que siempre pagamos, aunque sea tarde".

Luego estaba Carter, que era un triste. No le gustaba nada el tema de las bombas y por eso los rusos lo chuleaban lo que querían. A mí me hizo algún feo en un viaje que no me quiso ni ver. Eso sí, cuando lo veía, con muy buenas palabras siempre, pero macho, es que no se decidía el hombre, y a mí me traía loco. Yo, con toda la producción parada, y él sin saber si comprar o no, que si los rusos, que si preguntar al congreso, que si el senado, y yo le decía "Pero Jimmy, nombre, ¿no eres tú el presidente? Pues dí tú ya lo que sea que seguro que a todos les parece bien".

Fijaos que yo, con todo lo paleto que soy, al final tuve que explicarle a Carter un par de cosas. Yo le decía, "mira Jimmy (este también gastaba un nombre que era una irrisión), que esto de la política internacional a ti te parece muy complicado pero es que no lo es, que con los rusos, que yo ya los tengo calados, la cosa es más sencilla de lo que parece ¿sabes?". Y me decía él "pero es que yo no poder comprar más misiles porque aumentar escalada armamentística y entonces prensa estadounidense acribillarme".

Yo le tuve que explicar que por la prensa no habría problema. Que había que hacer las cosas de tal forma que sólo los rusos supieran que se estaba aumentando el arsenal. Se me quedó mirando con cara de pánfilo y me dijo "¿pero cómo hacer eso, Juan?", y yo le dije, "coño, muy fácil, tú me haces un pedido en B, ¿sabes? y no se entera nadie, como mucho los rusos, pero eso no pasa nada, porque hasta interesa que lo sepan, para tenerlos acojonados". Entonces va el Carter y me dice "¿y qué ser pedido en B?".

¡Mira!, yo no sabía dónde meterme, el presidente de todo un América, ahí todo más serio que un ajo, el tío más importante del mundo, y no sabía lo que era pagar sin IVA.

- Mira Jimmy - le decía yo - eso es que tú me compras el material, y yo no te hago factura, y te ahorras el IVA y todo lo que tú quieras.
- ¿Pero tú poder hacer eso?
- ¡Hombre claro! Mira, tú me haces una compra de repuestos, así ni los pacifistas ni la prensa se enteran. En el barco, junto a cuatro repuestos, yo te echo 40 o 50 misiles de los gordos, tú y yo chitón, y no se entera nadie.
- Pero si tú no hacer factura de éso ¿yo tener garantía de fábrica también?
- Que sí, hombre. Mira, yo no debería decir ésto, pero con Nixon se ha vendido en B lo más grande, y nunca ha habido problemas ¿Tú te has enterado de todo lo que yo le he vendido? ¿A que no? Pues eso. Tú no te preocupes por la garantía que vosotros sois mi mejor cliente. Si yo os dejo tirados, ¿qué hago yo? ¿Me voy a la India? Les vendí una bomba a ellos hace ya ni se sabe, y todavía están con la bomba parada que no saben ni qué hacer con ella. Yo venga a decirles que con una una bomba no se hace nada, que si empieza una guerra en cuanto te quieres enterar te quedas en pelotas, pero rápidamente. Pero que no hubo manera, los indios son muy difíciles de tratar. Que tú no te preocupes, Jimmy, con toda confianza. Yo te vendo sin IVA todo lo que tú quieras.

Al final se enrolló, pero mira que me costó trabajo convencerlo. Tuve que dar más viajes que el baúl de la Piquer, con lo poco que me gusta a mi viajar.

Luego estaba Reagan, que era un cachondo, un poco estirado y algo malafollá, eso sí. Pero le tenía una ojeriza a los rusos que no era normal, y eso había que aprovecharlo. Yo creo que ese ha sido el momento donde hemos estado mejor de trabajo en Torralba, porque hacían pedidos como si no hubiera mañana. El fax, es que ardía. Un día tuve que ponerle papel del culo en el alimentador porque se me acabó el papel normal en mitad de un pedido. Por si no lo sabías, dos rollos de la marca Scottex, hacen el ancho de un A4, pero tienen que ser Scottex, el de Mercadona, por ejemplo, no vale. Total, que yo mismo y mi cuñado sujetando los rollos por un lado y mi sobrino Alberto pegándolos por el centro con fixo, joer lo que nos reímos aquel día.

En Torralba, todos los que nos dedicábamos a ésto nos llevábamos más o menos bien. Había mucha industria auxiliar, y a mí me gustaba mucho tirar de la industria auxiliar, yo no era de los que lo querían acaparar todo. Por ejemplo, los de Manufacturas Hermanos Martínez, unos de la competencia, eran de los que lo querían hacer todo: el enriquecimiento del uranio, el montaje, el diseño de los proyectiles, vamos, lo que viene siendo todo el proceso.

A mí, sin embargo, me gustaba concentrarme en lo mío, que era la construcción de la bomba en sí. Yo ya compraba el material ya preparado a otros, y el tema de meterlo en el misil también se lo dejaba a otro del pueblo. La verdad es que lo de los misiles a mí nunca me ha llamado mucho la atención. Reconozco que es mejor, sin dudarlo, porque ya en estos tiempos lanzar, como se hacía antiguamente, una bomba atómica, desde un avión para luego tener que salir pitando para que no te pillara la onda expansiva, era un compromiso. Con el misil no hay problemas, tú lo programas, para Moscú, para Vladivostok, para donde haga falta, le das a un botón, y a volar.

Pero a mí, como ya he dicho, es que no me gustan los misiles, ni acercarme. Es que me da mucho respeto. Porque trabajar en un lugar con tanta gasolina, con pruebas de empuje, todo lleno de humo y de fuego, para ser sincero a mí me da un poco de miedo, que con el menor descuido sales achicharrado.

En fin, que eso eran los buenos tiempos. Ahora ya producir, producimos muy poco, ahora casi todo es desmantelar. Que si nos lo piden pues tendremos que hacerlo, porque tampoco podemos tener a la gente parada, pero que tiene su cosa, que tú has cobrado un dinero por fabricar una bomba, y después el mismo cliente quiere que se la desmontes, que si lo piensas fríamente, es que es el mundo al revés. Es como si vendes un coche y al cabo del tiempo vuelve el cliente, con el coche totalmente nuevo, y te dice que lo desguaces, y encima te paga por ello. Claro, con el dinero público la gente no se da cuenta de todo lo que se despilfarra.

Porque vamos a ver, ¿ya no quieres las bombas atómicas? Coño, pues guárdalas, que es que además ya tienes el sitio, y déjalas ahí que no caducan, y nunca se sabe cuándo te van a hacer falta. Pero ahora que están todos muy bien y son muy amigos, pues venga, a desmantelar, pero mañana viene otro medio chalado, y seguro que me están llamando a las tres de la mañana para que vuelva a montarlas, ¡venga hombre!

A mí me explicaron, porque a veces me siento como mi abuela, que uno ya no entiende nada, que es que no vale con tenerlas paradas, ni desactivadas. Que había que destruirlas completamente, porque luego hacen inspecciones de calidad, que si la ISO9000 y no sé qué narices, y que si observadores internacionales y que todo el mundo mete la nariz en los asuntos del gobierno. Yo, lo que es yo, no lo permitiría si fuera presidente. Hombre, que venga un tío de fuera, que no conoces de nada, a ver tus silos y a toquetear tus misiles ¡por favor! Si yo les decía a los militares "mira, les quito cuatro cables de dentro, y parece que el misil está muerto, cuando lo enchufan, eso ni anda ni ná, y si quieren ver bombas desmanteladas, yo te vendo, qué narices, te regalo un par de contenedores que tengo ahí de piezas sueltas y tú se las enseñas, y que te digan algo". Pero que no, que querían hacerlo todo bien. Y yo les decía, "tú verás, pero cuando empiecen a salir los misiles sin IVA, se va a montar una buena" y me dijeron "pues eso, que ya aprovechamos y nos quitamos ese marrón de encima, porque reconoce, Juan, que eso es un marrón". La verdad es que tenían razón, las cosas como son. Pero bueno, todo esto al final, es política.