viernes, 19 de diciembre de 2008

No dejes que la realidad estropee una buena historia

Salí de la oficina bastante antes de lo habitual. Aunque mi nuevo jefe instaló Windows NT en los servidores de BI, mis compañeros se ofrecieron para solucionarlo y me animaron a que saliera pronto para poder ir al partido. Mientras espero en la acera, Carmen se brinda a acercarme a Aluche, pero justo en ese momento pasa la caravana Playboy. Unas desconocidas en biquini me empujan al interior de una limusina y llego a casa con tres copas de champán extra… y más cosas.

Tengo poco tiempo, ya que la limusina da un rodeo, lo que me permite entablar amistad con 3 ex-playmates. El partido del Madrid, como siempre en Champions, es a las nueve menos cuarto. Cambio mi uniforme de trabajador por el de aficionado al fútbol y, con mi bufanda del Madrid firmada por Raúl y Di Stéfano al cuello, salgo pitando hacia el Metro. Hace una temperatura maravillosa.

Ya en el metro, hago el trasbordo a la línea 10 en Casa de Campo. Me subo al vagón central del tren que acaba de llegar y me desabrocho, por fin, el abrigo, dejando a la vista mi indumentaria de forofo.

El vagón circula medio vacío, y yo voy escuchando un corte de la banda sonora de Love Actually, que se llama "All I want for Christmas is you". Bonita película, por cierto. De pronto, noto que una pasajera, guapísima, sentada a un par de asientos a mi izquierda, está mirándome dulcemente mientras habla por el móvil. Quizá sea alguien que conozco, ya sabéis de mis dificultades para reconocer rostros, así que sigo mirando al infinito mientras escucho mi música.

De pronto, llegando a Batán, se gira hacia mí y me acaricia el hombro:

- Perdona...
Quitándome el auricular izquierdo, le contesto:
- Dime...
- Estaba pensando si vas al estadio, a ver el fútbol...
- Sí, voy al Bernabéu.
- Pues bien, tengo dos entradas para el partido. Mi novio acaba de decirme que no puede ir. Son de un palco privado, con servicio de catering y todo. ¿Te gustaría venir conmigo?
- Bueno, no sé si a tu novio le importará…
- No lo creo, acabo de decidir que no lo voy a ver más, que voy a empezar a ser feliz.

Nos bajamos en la estación de Batán, porque iremos al Bernabéu en su coche. Estamos al aire libre, la noche es preciosa y puedo sentir el dulce aroma de los árboles de la Casa de Campo. Corre un poco de viento y la hermosa desconocida se agarra a mi brazo y se apoya contra mí. Zobrwttp, afortunadamente, no ha aparecido. Nos subimos los dos en su deportivo, y conduce relajadamente. Llegando al estadio, veo por la ventanilla la cara de los pringaos que hacen cola para conseguir un frío asiento en el tercer anfiteatro, cerca de Júpiter.

Accedemos al estadio por las puertas VIP. Me reciben con una (otra) copa de champán, mientras mi acompañante y yo (estupefacto) saludamos a algunas de las leyendas del club con las que nos cruzamos. Míchel me reconoce y sabe incluso dónde está mi localidad.

¡Ah sí! Después hubo un partido y todo eso.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Un cuento de Navidad

Qué titulo más pretencioso, ¿verdad? Pero lo que sucedió el pasado miércoles se lo merece.

Salí de la oficina algo más tarde de lo habitual. Tras meses buscando a una persona de yacom, apareció precisamente a las 18:30 de hoy. Dejaré marchar mi lanzadera, pero no puedo desaprovechar esta ocasión. Carmen se brinda, además, a acercarme a Aluche en cuanto termine.

Llego a casa con poco tiempo, ya son más de las siete y media. El partido del Madrid, como siempre en Champions, es a las nueve menos cuarto. Cambio mi uniforme de trabajador por el de aficionado al fútbol y, bufanda del Madrid al cuello, salgo pitando hacia el Metro. Hace mucho frío, parece que el Zenit de S. Petersburgo ha traído algo más que su equipo a Madrid. Si hubiese nubes, seguro que nevaba.

Ya en el metro, hago el trasbordo a la línea 10 en Casa de Campo. Me subo al vagón central del tren que acaba de llegar y me desabrocho, por fin, el abrigo, dejando a la vista mi indumentaria de forofo.

El vagón circula medio vacío, y yo voy escuchando un corte de la banda sonora de Love Actually, que se llama "All I want for Christmas is you". Bonita película, por cierto. De pronto, noto que un pasajero, sentado a un par de asientos a mi izquierda, está mirándome sospechosamente mientras habla por el móvil. Quizá sea alguien que conozco, ya sabéis de mis dificultades para reconocer rostros, quizá mi atractivo hacia los taxistas gay, así que sigo mirando al infinito mientras escucho mi música.

De pronto, llegando a Batán, se gira hacia mí y me toca el hombro:

- Perdona...
Quitándome el auricular izquierdo, le contesto:
- Dime...
- Estaba pensando si vas al estadio, a ver el fútbol...
- Sí, voy al Bernabeu.
- Pues bien, tengo dos entradas para el partido. Mi amigo, que venía conmigo, se ha puesto malo y me vuelvo para casa. Son del fondo Norte, arriba del todo, dáselas a algún chaval, seguro que hay alguien que quiera usarlas.
- ¡Claro! Gracias...

Y se baja en la estación de Batán. Estamos al aire libre, así que, por unos minutos, tengo cobertura de móvil... pero son casi las ocho y media. Si quiero que alguien use las entradas, tendré que ser rápido. Llamo a Miguelito, sé que su buen amigo Juan Pablo vive cerca del Bernabeu, igual quiere venir con su hija.

Miguel va conduciendo y no me escucha bien. Le digo que ofrezca las entradas a Juan Pablo, y que le llamo en cuanto salga a la superficie, ya en el Bernabeu.

Entretanto, ya bajo tierra, miro las entradas una y otra vez. Son legítimas, sólo hay una pequeña diferencia con las que había visto hasta ahora: un pequeño letrero debajo del partido, indica que corresponden a la "Promoción Carné Madridista".

Salgo a la calle, son las nueve menos veinte. Llamo a Miguelito y me dice que Juan Pablo no quiere las entradas, que hace mucho frío para ver el partido in situ, lo verá por la tele. Genial.

De camino hacia mi puerta, paso junto a las taquillas del fondo Norte. Allí veo que hay bastante gente en la cola, esperando para comprar sus localidades. Escuchando ya el himno de la Champions que proviene de la megafonía del estadio, me aproximo a los últimos de la fila, un señor con apariencia de suramericano y un chaval que debe ser su hijo. Llamo su atención y, aun a sabiendas de su contestación, le digo:

- Disculpe, ¿va a comprar entradas para el partido?
- Pues sí, dos entradas...
- Es que precisamente me sobran dos entradas para el partido.

Saco las entradas de mi abrigo y se las tiendo...

- ¿Cuánto? - me pregunta, con cara de querer regatear...
- No, nada, se las regalo, ya le digo que me sobran.

El hombre, con una cara mezcla de asombro y de agradecimiento, las toma y se va a por su hijo.

- ¡¡Gracias!!

Le golpeo afectuosamente el hombro y le contesto.

- De nada, ¡feliz Navidad!

Son las nueve menos cuarto. Escucho el pitido inicial desde la puerta 55. Echo a correr escaleras abajo, y luego escaleras arriba, hacia mi localidad, que si empieza el partido como los últimos, me voy a perder algún gol.

Ya en mi asiento, le cuento a Jesús lo sucedido... y me sorprendo cuando el aficionado que se sienta detrás de mí nos dice:

- Anda!! Pues a mí me ha sucedido lo mismo. Me sobraban tres entradas del fondo Norte y se las he regalado a un señor que iba con sus dos hijos. El hombre me decía que si eran falsas, que si era una cámara oculta, que si en taquilla le habían dicho que no tenían tres asientos juntos, que si no se las iba a cobrar... y le he dicho: oiga, si no las quiere se las doy a otra persona.

Curiosa anécdota. El campo, casi lleno. El tiempo, gélido. El partido, entretenido a ratos. Y cinco personas disfrutaron del espectáculo de un modo que no podían imaginar.

Feliz navidad a todos!!