viernes, 21 de enero de 2011

Baile de cifras, conclusiones extrañas

Recientemente, con la nueva ley antitabaco, estamos escuchando a diario en las noticias todo tipo de cifras al respecto, la cantidad de cigarros que se fuman al día como media, los precios del tabaco, los miligramos de humo que se expulsan a la atmósfera por parte de los fumadores...

Pero hay dos datos que me han llamado poderosamente la atención, según las últimas encuestas (y parece que coinciden unas cuantas) hay datos que dicen que la población fumadora en España es alrededor del 25% y que los fumadores están disminuyendo año tras año.
Por otro lado, hoy mismo he visto en un telediario matutino (que en lugar de venir en bolsa como las patatas matutano, es el que echan por las mañanas temprano) que el 55% de los establecimientos hosteleros están despidiendo a gente porque han notado un descenso en sus ventas de aproximadamente el 70% debido a la ausencia de fumadores en sus locales.

Veamos, según nos cuentan, solo el 25% de la población fuma, pero dicen que como ahora no se puede fumar en los bares, se está perdiendo un 70% de recaudación. ¿Quieren hacernos creer que ese 25% de la población española es la que se bebe el 70% del alcohol de este país? Si así fuera, el problema no es de tabaquismo, es que esos pobres que conforman ese 25% lo tienen todo, solo falta que también les achaquen un incremento en el consumo de droga y delincuencia y que los empareden a todos.

Yo no soy fumador y a pesar de que reconozco que el tabaco es perjudicial y me alegro muchísimo de ver que puedo disfrutar de tomar algo sin apestar a humo ni tragarme las exhalaciones tóxicas de otros, pero de ahí a demonizar como se está haciendo a la población fumadora va un trecho.

A ver si de una vez somos coherentes con los números y hacemos estudios realistas sin caer en sensacionalismos ni interpretaciones surrealistas de los más que extraños datos expuestos.

Próximamente (porque será el siguiente colectivo que toque manipular) los moteros, esos "locos temerarios" de la carretera... y ahí sí que entraré al trapo.

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