martes, 10 de marzo de 2009

Prosopagnosia y Delincuencia

En un artículo anterior les hablaba de las dificultades por las que pasa un policía para trabajar en Prosolandia, y en esta ocasión me centraré en los delincuentes más singulares e interesantes. Debo decir que les tengo cierto aprecio, ya saben: el roce hace el cariño. Cambien 'roce' por 'somanta de palos esporádicas en comisaría' y lo entenderán mucho mejor.

Johny el Rápido. Exhibicionista. Su sobrenombre no viene de su habilidad con las armas, sino por su superpoder absurdo. Es capaz de correr a 120 km/h., pero sólo con los ojos cerrados. Además, no puede correr a velocidades intermedias; o va a tope, o va caminando. Le pillamos siempre, claro. Sólo pudo poner en práctica su superpoder en una ocasión, gracias al programa de la tele “Ponga en práctica su Superpoder”. Se lo llevaron a un desierto, lo forraron con plástico de burbujas y le pusieron 3 pares de zapatillas. A pesar de que le advirtieron que sólo debía correr unos pocos segundos, corrió durante un buen rato -'es que estaba flipando, colega' dijo el infeliz-. Tardaron 10 horas en encontrarlo.

Joan el Superrápido. Menudo hijo de perra. La gente con superpoderes relacionados con la velocidad me pone enferma. Le pasa lo mismo que a Johny el Rápido, sólo que éste es capaz de correr a la velocidad de la luz, sólo a la velocidad de la luz. Es un amargado que no ha podido poner en práctica jamás su superpoder – ni yo, no te jiba-, así que se dedicaba a abrazarse a desconocidos y pedir un rescate o 'se ponía a correr'. Mientras se gastaba la pasta de un abrazosecuestro en un resort de Canariagnosia, lo pillamos y le amputamos las piernas. Un tribunal quiso investigar el caso por supuesta brutalidad policial, pero hallaron que el autor de la detención, según los registros de radiofrecuencia del hotel, correspondían con cierto profesor de universidad que afortunadamente tenía coartada. Así que todos contentos.

Juan el Sucio. Un elemento indeseable. Al contrario del anterior su problema es su superpoder, mezclado con su ludopatía. Es capaz de detectar cuándo un billete de lotería va a resultar premiado si se lo restriega en sus genitales. Si lo hiciera sólo con los billetes que compra, no habría problema. Los vendedores de la ONCE lo tienen vetado. Incluso actualizaron sus datáfonos -hardware nuevo con radiofrecuencia- para poder detectar la presencia de Juan. La mayor actualización desde la entrada del Euro.

Jon el Notfound. Un ladrón escurridizo, muy simpático y con mucho mérito. Se vale de su superpoder (la invisibilidad) para cometer sus fechorías. No es un superpoder tan absurdo, si bien hay que recordar que en condiciones de invisibilidad total la córnea no refleja la luz y por lo tanto el sujeto es ciego. Una habilidad prodigiosa y como decía, de mucho mérito, aunque es tan sensible a las patadas en los genitales como cualquier otro. Me respeta bastante.

Joan el Cafés. Soplón profesional y amigo de borracheras. Abstemio. Su superpoder consiste en localizar geográficamente personas en todo el mundo. Concretamente, indica el Starbucks más cercano al sujeto. Si el chorizo en cuestión está cerca de un Starbucks, la precisión es de metros, pero si está en medio de Senegal la respuesta es 'Avenida de la Constitución, 11. Sevilla'.

Juanito el Iluminado. Un auténtico pringao. De los que se valen de su superpoder para cometer fechorías. Ladrón de casas, es capaz de levitar dos metros del suelo. Cuando abre la puerta de una casa, levita para no dejar huellas y se lleva todo lo que puede, fundamentalmente lámparas.

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